viernes, 24 de marzo de 2017

Cultura general colombiana

CUANDO MALUMA ERA JUAN LUIS LONDOÑO

A los cuatro años, Juan Luis Londoño empuñaba botellas como si fueran micrófonos, se ponía trapos en la cabeza y tarareaba canciones de Héctor Lavoe. A los cinco, le dedicó a su madre un bolero: “Señora bonita, hay algo en su boca, tiene algo su cuerpo, que al verla que cruza, amor me provoca”, recuerda conmovida Marlli Arias, la elogiada.

En décimo grado obtuvo el primer puesto en el concurso de canto del colegio con la canción “Tengo ganas”, de Andrés Cepeda, y consiguió el papel principal para la acostumbrada obra de teatro de diciembre. A los 15 años compuso el reguetón “No quiero” con su compañero de clase Juan José Arias; y para su cumpleaños número 16, Juan Parra, su tío, le obsequió la oportunidad de grabar el tema en un estudio profesional.

Juan Luis Londoño no buscaba una carrera en la música. Ni siquiera la esperaba. Sin embargo, sorprendió a un grupo de productores que terminaron por ofrecerle grabar un disco, no sin antes advertirle que necesitaba un nombre más sonoro, fácil de recordar y bien recibido en el círculo del género urbano.




Maluma no nació con vena de artista. Su talento para la música tampoco era extraordinario. De hecho, en casa de los Londoño Arias pensaban que “el niño” sería futbolista, y que las canciones que de vez en cuando entonaba en reuniones familiares y en el colegio venían por añadidura en un joven espontáneo e inquieto.

Antes de ser Maluma, la única certeza de Juan Luis respecto a su destino era que quería “hacer historia”, “ser grande”, evoca él mismo mientras intenta explicar cómo un joven de Medellín, con vocación de deportista o de negociante, pudo alcanzar la gloria musical siendo un adolescente.

“El fútbol lo era todo y me forjó la disciplina, pero no esperaba que se atravesara la música”, cuenta Maluma. Y es que después de la propuesta del disco y de encontrarse entre el balón y el micrófono,“con el dolor en el alma” renunció a años de práctica deportiva y tomó el camino difícil, el que nunca había explorado y del que no había certezas.

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